El libro trata sobre un niño que pierde a sus padres y este se va a vivir a Inglaterra con su abuela. Su abuela, preocupada por su nieto, le cuenta historias y le informa sobre las brujas, les dice que existen y le avisa de su aspecto. Le dice que son calvas, pero llevan peluca, no tienen dedos en los pies, tienen los ojos lilas y las uñas largas, aunque siempre llevan guantes.
Su abuela le dice que las brujas odian a los niños y que los atrapan y desaparecen muchos y muy a menudo.
Tiempo después ambos se van de vacaciones a un hotel en Bournemouth donde el nieto «acoge» a dos ratones a escondidas porque los empleados del hotel los quieren liquidar. El nieto se mete en una sala escondido detrás de un biombo «amaestrando» a los dos ratones cuando de repente entran muchas mujeres a hacer un tipo de reunión. Entonces él se da cuenta que todas son brujas, ¡es una reunión de brujas!
Entonces escucha que las brujas tienen un plan para acabar con todos los niños; una poción llamada ratonizador que con una sola gota en una gominola convertiría a un niño en ratón. Minutos más tarde una bruja lo huele y acaban por atraparlo, entonces ellas prueban el ratonizador y… ¡funciona!
El niño consigue escapar por su reducido tamaño y acude a la habitación de la abuela, se lo cuenta y la abuela lo cree. Entonces ambos deciden acabar con las brujas e impedirles que conviertan a todos los niños en ratones. El niño y su abuela consiguen hacerse con la pócima (el ratonizador) y se lo echan en la cena, en el puré que toda la reunión de brujas comerá.
Tras esta cena todas se convierten en ratones que son liquidados por los empleados del hotel, consiguiendo así salvar a muchos otros niños, aunque… él será un ratón de por vida.