¿Qué significa ser adulto? Y, sobre todo, ¿cómo abandonamos la tierna niñez, pasamos por la adolescencia y nos convertimos en adultos? ¿Qué esperan de nosotros, y cómo nos movemos en un mundo en el que no nos enseñan a ser adultos? Estas preguntas que, seguro, más de uno se ha preguntado es, en esencia, el núcleo sobre el que gira Oyasumi Punpun.
Oyasumi Punpun («Buenas noches, Punpun») es un manga escrito y dibujado por el mangaka Inio Asano, y publicado (el primer tomo) en 2007. El manga, dividido en 13 tomos, sigue la vida de Onodera Punpun: sus amigos de la infancia, los problemas en su hogar, sus intereses amorosos y en definitiva, su evolución como persona a lo largo de los años que cubre la historia. Pese al tono costumbrista que tiene el tema que trata, la realidad es que Oyasumi Punpun es un manga que trasciende la etiqueta de cómic, siendo de esta forma uno de los mejores mangas de los últimos años (por no decir que debería considerarse un «clásico»). ¿Los motivos? Allá vamos.
La técnica hiperrealista del dibujo de Asano hace que este sea un manga bonito de mirar, cuyos personajes y paisajes perfectamente detallados se contraponen con el dibujo de nuestro protagonista: una especie de pollo garabateado que apenas habla. Mientras Punpun pasea, además, podemos casi tocar con los dedos los detalles de las calles tokiotas.
Sin embargo lo verdaderamente valioso de Oyasumi Punpun es el tono nihilista con el que Punpun crece, pasando de ser un niño tierno e inocente, que apenas conoce nada sobre la adultez (ni sobre el sexo) y que, poco a poco, a través de los varapalos que le dan, desarrolla una personalidad sombría y depresiva.
Junto con este tono (que, a pesar de ser triste, es muy atractivo) también podemos asistir a la evolución de la relación del protagonista con su interés amoroso, del cuál se separa y se acerca en diferentes momentos de la juventud. Ambos desarrollan una relación dependiente y tóxica, lo cual nos hace despreciar a ambos personajes a la vez que sentimos pena por ellos.
Oyasumi Punpun es, en resumen, una historia triste y pesimista, no apta para personas demasiado sensibles (y mucho menos niños) sobre la cual el lector desarrollará constantemente sentimientos contradictorios. Si quieres leer algo que te destroce por dentro (en el buen sentido y un poquito en el malo también), del cual sacar mil y una reflexión filosófica sobre el costumbrismo de la vida, esta es tu historia.