Todo comienza en San Francisco, en verano de 1995.
Gabrielle tiene 20 años y estudia en la Universidad de Berkeley, es una chica que ha tenido dos hombres en su vida, uno es policía y otro su padre.
Gabrielle y Martín se conocen en la Universidad, se gustan pero ninguno de los dos da un paso más. El día en que Martín debe regresar a Francia le entrega una carta confesando sus sentimientos. Gabrielle corre para reencontrarle y pedirle que se quede unos días más. Él se queda todo el verano con ella, después él vuelve a Francia.
Martin no para de escribirle cartas, pero ella no respondía a ninguna, así que decide comprarle un billete de avión para volverse a ver, pero ella no acude al reencuentro. Martín se da cuenta que no merece la pena seguir luchando por ella al ver que no tiene interés.
Diez años después Martín deja su sueño de ser escritor y decide ser policía, y en sus primeros años de investigación está obsesionado con atrapar a un famoso ladrón de obras de arte, que ningún policía nunca ha conseguido atrapar.
Archibald es el gran ladrón de las obras de arte. Martin y Archibald tienen una cosa en común que le hará volver a San Francisco para recuperar su verdadero amor.
El libro me parece bastante original, lo único que no me ha gustado es que no te engancha desde un principio, tiene un final bastante inesperado.
Los personajes están bastantes trabajados, Archibald es un personaje frío y astuto, mientras que Gabrielle es una chica muy frágil y sensible.
El final es cerrado y se resuelven todos los hilos de la trama, se lee rápido, es un libro para leer un par de tardes.
En resumen lo he disfrutado de principio a fin, así que si os gusta este tipo de libros romántico, lo recomiendo.